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Profesor de ciencias desde 1992, se doctoró en Geología en 1995. Ha recibido diversos premios entre los que cabe mencionar el Fundación Eduard Fontseré (1996), el Contxita Bretxa de literatura (1998 y 2000), el UPC de Ciencia-ficción con mención especial
28 d'Agost de 2012
Corre por Internet un reportaje sobre educación firmado por German Doin y Verónica Guzzo que bajo el título La Educación Prohibida dice plantear ideas nuevas y originales para cambiar y adaptar el sistema educativo a los tiempos modernos. Entrevistas y más entrevistas jalonan esta idea de novedad pero, y por desgracia, no es cierta tal presunción. Los testimonios de la película una y otra vez repiten, con o sin conocimiento, antiguas y clásicas teorías de pedagogos y psicólogos que en su tiempo se autodefinieron como constructivistas, una teoría muy alejada de la social actual ya que su principal fundador, Jean Piaget (1896-1980), elaboró parte de esta idea hace ya casi cien años. Quizás esta apreciación parezca inapropiada si lo defendido en esta película resulte eficaz, pero por desgracia no lo es ya que el reportaje esconde cinco incorrecciones más.
La primera es que no se ha invitado a ni un solo detractor de las ideas que predica el largometraje. Entre ellos podemos mencionar a doctos críticos como la doctora Inger Enkvist (Lund University, Suècia), Luc Ferry (ex ministro francés de Educación), Oriol Pi de Cabanyes (filólogo, profesor y escritor), Imma Monsó (columnista de La Vanguardia, filóloga francesa, profesora y escritora) o Ricardo Moreno (profesor jubilado y autor de El Panfleto Antipedagógico). Visto todo lo anterior, el documental resulta parcial y sesgado dando una visión totalmente partidista de la educación. Tras muchos escritos, datos y conferencias los detractores anteriores han demostrado ineficaz y falaz la pedagogía que ahora repite La Educación Prohibida.
La segunda incorrección es la obsesiva idea de cambio que los entrevistados mencionan una y otra vez. Jamás en toda la película surge la palabra que debemos aplicar a cualquier proyecto que busque un progreso bien entendido, la mejora. Estos expertos, la inmensa mayoría de América latina más algunos españoles, repiten hasta la saciedad que hay que cambiar el sistema educativo actual pero jamás hablan de perfeccionarlo, es más, insisten algunos que hay que probar cosas nuevas para ver lo que sucede. Particularmente experimentar con nuestras futuras generaciones de alumnos no parece algo muy sensato. Cabe indicar aquí que muchos de los entrevistados son pedagogos o similares que globalmente no cumplen los requisitos para poder criticar el sistema educativo bajo la razón y la experiencia. Estos requisitos son los siguientes, impartir unas veinte horas de clase a la semana durante más de cinco años, trabajar con más de veinte o treinta alumnos por grupo y no con grupos reducidos como muchos entrevistados hacen, y por último dar clases en centros con gran porcentaje de inmigrantes o de alumnos con desigualdades sociales agudas. Estar fuera de estas situaciones lleva a muchos expertos a devenir como teóricos con fundamentos alejados de la realidad del aula. En la película muchos de los entrevistados trabajan en condiciones teóricas muy singulares y a menudo alejadas de clases hacinadas. Quizás por ello repiten una vez tras otra que hay que cambiar la educación pero sin darse cuenta que el objetivo primordial son las mejoras probadas. Ya se sabe que cambiar es fácil, lo difícil es mejorar. Si usted quema su casa ya la ha modificado pero para mejorar la educación no se requieren unas fallas valencianas, se requieren experiencias con resultados, no ideas seductoras sin pruebas de éxito.
La tercera incorrección de la película son el conjunto de métodos que proponen los entrevistados para cambiar según ellos la educación. Hablan estos expertos en pedagogía de la proyección del amor y las emociones hacia los alumnos para crear vínculos de complicidad, confianza y autoridad sin autoritarismo. Esta afirmación resulta fantástica, bella, algo que los buenos docentes ya saben aplicar en sus clases, un discurso correcto que arranca fácilmente el aplauso del incauto y del ciudadano normal, pero que fíjense no dice como hacerlo, todo resulta un gran qué pero sin ningún cómo. Más tarde, y tras muchas demagogias, aparecen más qués para alcanzar dichos objetivos. Estos son la evaluación de los conocimientos de los escolares sin notas ni exámenes, la libertad total de los alumnos para elegir sus áreas preferidas, la clase específica para cada alumno según sus gustos y motivaciones, la igualdad entre los escolares para llegar a ser lo que ellos creen que pueden ser, médico o arquitecto por ejemplo, aún sin saber cálculo o sin tener las capacidades mentales cultivadas para ello, la no memorización de conceptos y finalmente que cada alumno aprenda libremente experimentando con su entorno. Hay más ideas en el reportaje que configuran el corolario que llenó nuestra reforma educativa de la LOGSE por los noventa, ahora todas éstas corren por América latina. Habrá que preguntarse quienes las promueven.
La cuarta incorrección son los elementos dramáticos y teatrales que se intercalan entre las entrevistas. Estas dramatizaciones son exageradamente histriónicas, muy alejadas del aula y por tanto totalmente falsas. Los docentes que vean el largometraje se percatarán en breve que los actores que les representan fingen ser todo menos profesores y maestros. En tales ficciones cinematográficas los docentes aparecen como educadores ineptos, obstinados en el conocimiento de las cosas y ausentes ante las emociones de sus alumnos. Insisto, todo buen docente sabe como conectar con sus alumnos sin necesidad de teorías grandilocuentes que predican un cambio sin ofrecer ideas prácticas y reales de mejora.
La quinta y última incorrección, y la más flagrante, es que las viejas teorías defendidas por esta película fracasaron ya en el pasado. Primero lo hicieron por los ochenta en las reformas educativas de Francia y Suecia. Luego, y en los noventa, España, y con Alvaro Marchessi a la cabeza, plagió tales errores al redactar y aplicar su LOGSE. Así lo han criticado con amplios datos y argumentos la doctora Inger Enkvist de la Universidad de Lund en Suècia, el ex ministro de educación francés Luc Ferry y el profesor y escritor Ricardo Moreno en sus libros El Panfleto Antipedagógico y De la Buena y la Mala Educación. Éstos y otros expertos han demostrado que la reforma educativa constructivista lleva años provocando el fracaso de la sociedad al producir abundancia de mano de obra inexperta y barata bajo la escasez de buenos profesionales. Los primeros eran libres de elegir sus materias en el colegio y equivocarse holgazaneando, los segundos se les obligó al esfuerzo y a la memorización de conceptos básicos y universales, los primeros viven en un progreso mal entendido e incluso en el paro, los segundos son la mayoría que no ha perdido su trabajo y quienes pueden provocar el progreso crítico y real de nuestra sociedad. No parece ninguna memez afirmar que gran parte de la crisis actual hunde sus raíces en la pedagogía constructivista.
En resumen, y vista La Educación Prohibida, parece claro que los pedagogos constructivistas se hallan detrás de este reportaje en América latina, ¿y por qué americano y no europeo? El fracaso del constructivismo durante décadas por Europa ha propiciado gran agnosticismo entre los dirigentes europeos. Ahora muchos de los pedagogos constructivistas, Alvaro Marchessi por ejemplo, dirigen su punto de mira hacia la todavía ingenua América latina en donde están influyendo sobre gobiernos y jóvenes con estas antiguas teorías que jamás tuvieron éxito alguno por el viejo mundo. Toda teoría educativa bien construida es bella y atractiva pero si lo que se persigue es crear buenas personas, excelentes profesionales y gente feliz, debe hacerse con métodos prácticos, eficaces y plenamente probados. Con teorías que establecen distintos raseros para evaluar a los estudiantes no se pueden forjar médicos, arquitectos y políticos altamente expertos, responsables y sabios. Si dejamos que los niños elijan muchos optarán por jugar y dejar la comprensión lectora para la Universidad. Un médico que llegó a serlo por la libertad de un sistema educativo que no le obligó a memorizar, que además le permitió elegir pintura en detrimento de Biología y que le adaptó los ejercicios a su bajo coeficiente de inteligencia, no creo que resultara competente para la práctica de la medicina. En tal caso no se extrañe si éste confunde el horóscopo con su cáncer. La Educación Prohibida, y no la que mayoría de docentes imparte, es la que debería estar realmente prohibida.
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Javier (Oviedo) | 24-02-2013 - 02:23 |
Para empezar te diría que tu curriculum no me interesa lo más mínimo.Y que el arículo que has escrito es malo de solemnidad y no te lo crees ni tú.Lo mínimo que deberías hacer ya que tú la has visto es recomendarla. |
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