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06 de Juliol de 2015

De confluencias

 

Los catalanes llevamos unos años escuchando una versión que nos llevaría a una suerte de paraíso en la Tierra de la mano de una eventual secesión de Cataluña del resto de España. Los defensores de este camino hacia esta versión de la Arcadia feliz no han ahorrado esfuerzos en propaganda para hacernos creer que una Cataluña separada de España sería una potencia europea y mundial. Comparaciones de algunos de sus dirigentes no han faltado: desde que seríamos la Holanda del Sur, la Massachusetts de Europa o la no menos importante y hasta ocurrente similitud entre Cataluña y el abejorro que hay en la entrada de la NASA y del cual Josep Rull ha tenido la brillante idea de explicarle a los suyos los parecidos entre semejante y ruidoso insecto con el "Procés" catalán pese a que ha confesado que nunca ha estado en la NASA.

Abejorro, estado americano o versión de país nórdico en el sur de Europa la elección de ese camino para ser los más felices y tener mejor calidad de vida parece que no convence a la mayoría de los catalanes que ni con el zumbido incesante -ahí sí cual abejorro- de las consignas vía medios públicos y concertados parecen dispuestos a continuar con el trágala del "procés".

El discurso secesionista ha actuado -me atrevería a decir- sin competencia en cuanto a discurso inviable de mejora de las condiciones de y en Cataluña se refiere a tenor de los resultados: desde los cuantitativos (véase el pseudoreferéndum del 9N) hasta el aislacionismo internacional donde ni la UE ni ningún país serio ha dado apoyo a la peregrina idea de los Mas, Junqueras, Fernández... Sin embargo, la irrupción en España de los movimientos populistas de izquierda radical encabezados por Podemos está amenazando seriamente con comer el pastel de las promesas imposibles a los secesionistas. Si bien es cierto que en Cataluña ya teníamos en las CUP un incipiente movimiento de populismo neocomunista que ha ido ganando músculo con los años, la irrupción de Podemos y las llamadas listas de ese vocablo tan "chachi" porque lo han puesto de moda los que hacen de la superioridad moral su bandera por el mero hecho de ser de izquierdas y el cual es conocido como "confluencia" trae de cabeza a los secesionistas que también buscan su propia confluencia.

En efecto, lo ocurrido en las Municipales en Barcelona, lo sucedido en otros puntos de Cataluña, lo que apunta la última encuesta del GESOP (recalco el término encuesta con lo que lleva de por sí la palabra), ha encendido las alarmas en el bando secesionista. Aunque se trata del mismo perro con diferente collar (promesas que no son viables) en el caso de las listas de confluencia de izquierdas trae consigo la variable de amplificar al máximo los anacrónicos ejes izquierda-derecha, el trincherismo, el o conmigo o contra mí, la falsa superioridad moral a la que me refería antes. Los partidarios de esta visión política defienden que con sus propuestas rupturistas conseguiremos una mejor justicia social y también ser la envidia de nuestros vecinos todo ello sin dar a conocer la manera en que lo pagarán.

Lo curioso de estas listas es la simbiosis entre ICV y Podemos. De hecho, la simbiosis como método de supervivencia de ICV es parte de su ADN, pocos partidos lo saben hacer tan bien como ellos. Cuando parece que van a ser residuales siempre encuentran a alguien que puede ayudarles a mantenerse con vida a cambio de que ellos presten sus conocimientos de la administración de turno como en Barcelona, o sus escaños como en el Tripartit a cambio de consejerías estratégicas. Herrera y Camats que ya se han percatado de que dentro del movimiento secesionista no tienen otro destino que el de la irrelevancia han cortejado primero a Colau y recientemente a Iglesias locos por la música que desprende Podemos. Podemos que tiene una estructura más bien precaria en Cataluña se favorecería de la experiencia de ICV lo que permitiría a estos estar nuevamente en puestos cercanos al poder y a cambio el partido de Pablo Iglesias ganaría un socio conocedor de la administración catalana.

Estos movimientos tradicionalmente en Cataluña acaban como el rosario de la aurora. Cuando habita gente tan dispar las tensiones acaban disgregándolo todo. Si las fuerzas de izquierda en Cataluña se dividieron en mayo de 1937 entre los partidarios de hacer primero la guerra y luego la revolución y viceversa lo que acabó siendo una guerra civil dentro de la Guerra Civil Española que fue buena parte de su propia derrota; las listas de confluencia de las izquierdas radicales, por fortuna sin tiros ni atentados de por medio pues no nos hallamos en el triste marco de 1937, acabarán erosionadas entre los partidarios de hacer primero la secesión y luego las políticas sociales y viceversa. Es el mismo "virus letal" que ha habitado en el PSC, en Unió, en la propia ICV-EUiA y el cual en el caso de los dos primeros ha dado lugar a disputas, bajas, reproches de sobras conocidos.

Por el contrario, en las pretendidas listas de confluencia secesionistas no hay simbiosis. Más bien hallamos canibalismo. Ellos parecen más preocupados por devorarse unos a otros mientras todavía no saben si la confluencia ha de ser con el President, sin él, con políticos, con su sociedad civil creada ad hoc a su causa...y todo a eso a dos meses y medio de las elecciones. En realidad, lo único que parece que tienen claro desde el frente secesionista puro (CDC-ERC-CUP) es que primero se debería hacer la secesión y luego lo que tenga que venir ya vendrá excepto las CUP que sabemos que apuestan a su utópico y anacrónico cambiarlo todo como si estuviéramos en siglos pasados.

Y mientras estos partidos intentan entretener al pueblo tenemos partidos que en menor o mayor medida intentan proponer soluciones para los catalanes alejadas del trincherismo y el enfrentamiento. Del conmigo o contra mí. Evidentemente, cuesta escuchar desde el secesionismo y desde el populismo propuestas y soluciones reales más allá de los eslóganes y consignas. Nadie nos explica cómo van a reducir la deuda monstruosa de la Generalitat, cuáles son las líneas de su eje económico, cómo van a reactivar la economía, como van a hacer frente a las ayudas sociales... Unos piden primero la secesión y luego ya pensarán cómo lo hacen, los otros piden una revolución para vender humo que cuando desaparezca dejará un panorama que tengo mis dudas sea mejor que el que tenemos ahora el cual tampoco es para echar cohetes.

Les une a estos dos movimientos dos cosas: abominan de la Contitución Española que bajo su vigencia nos ha otorgado el mayor periodo de paz y progreso de la historia de España (mejorable, sí, pero algunos en lugar de romper con eso preferimos trabajar para mejorarlo desde dentro sin renunciar a lo conseguido hasta hoy) y el segundo punto en común: no transmiten fiabilidad de cómo van a conseguir que tengamos en Cataluña una suerte de paraíso en la Tierra.

Yo, que no soy dado a las fantasías utópicas preferiré siempre a alguien que me proponga soluciones a los que profetizan mejoras que como se está viendo demoscópicamente cada vez las creen menos gente. Mi confluencia está, como no puede ser de otra manera, con los cambios sensatos.

Sígueme en Twitter: @ang_guillen 

 

 

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