08 d'Abril de 2011

La sonrisa de Juan Guerra

Juan Guerra debe estar sonriendo. ¡Cómo canbian los tiempos! Debe acordarse de cuando sus cafelitos en la mesa que se puso en la delegación del Gobierno, en Sevilla, para sus trapicheos, acabaron con la carrera de su hermano Alfonso. Porque los favores de Juan Guerra, un conseguidor de la época, provocaron la dimisión de quien era en aquellos momentos probablemente el hombre más poderoso de España: Alfonso Guerra.

Visto lo que estamos viendo, lo de Juan Guerra era una tontería. Como era hermano de su hermano, se asignó un buen sueldo y se dedicaba a colocar a los amigos, algo muy normal en la cultura -por llamarlo de alguna forma- del PSOE andaluz. Al final, lo condenaron por lo que condenan a toda esta  gente, por no pagar impuestos. Y su hermano Alfonso, defenestrado.

Ahora, el mismo PSOE, en la misma Andalucía, coge el dinero de los parados y se lo reparte entre los amigos montando cientos de ERE que son falsos. Y utiliza para esto un fondo -uno de ellos ha declarado ante el juez que es "un fondo de reptiles"- de unos 650 millones de euros. De dinero público

Luego, está eso de Mercasevilla, un pozo sin fondo, también de dinero público, para los amigos, para los colegas, para los compañeros. Como los ERE. De hecho, todo este follón viene a raíz de una investigación sobre Mercasevilla.

Además, y por si pierden las elecciones, están organizando un tinglado para convertir en funcionarios a miles de amigos, de hijos de los amigos, de colegas, de hijos de los colegas y de compañeros y de hijos de los compañeros. Y quedan otros asuntos, como dedicar el dinero de los fondos europeos a repartírselo entre los amigos, colegas, compañeros, etc.

Por cierto, con estos fondos europeos montaban un tinglado curioso. Pedían el dinero para una empresa, colocaban en la empresa a un montón de amigos y familiares, y al día siguiente los echaban, pero falsificando los papeles -otros ERE falsos- para que pudieran cobrar indemnizaciones y el paro. Los que habían montado la empresa -también falsa- se quedaban con las subvenciones.

Por no hablar de los niños de Chaves. Un comisionista que vive de ser hijo de su padre, moviéndose alrededor de las empresas que trabajan para la Junta, y una hija, economista, que, por ser también hija de su padre, le pidió a la Junta una subvención de ocho millones de euros para la empresa en la que trabaja y la Junta de papá le dio diez.

Pero aquí no pasa nada. Griñán, el presidente de la Junta, era consejero de Economía -con Chaves de presidente- cuando toda la historia de los ERE falsos. Por decirlo de otra forma, los autorizaba él. Claro, que dice que él no sabía nada. Como Chaves, el padre de los niños, que tampoco sabía nada.

Pero es que, además, Chaves es vicepresidente tercero del Gobierno del Estado, y ministro de Política Territorial. Por si fuera poco, es también el presidente del PSOE, y no es a título honorífico, no. Mangonea, se mueve, conspira y manipula.

Y aquí no dimite ni dios. Ni lo echan. Por eso decíamos que Juan Guerra debe sonreir con cierta melancolía. Porque sus cafelitos en la mesa que se puso en la delegación acabaron con el vicepresidente del Gobierno y el número uno del partido, su hermano Alfonso. Y estos, con la que están liando, ahí siguen. Juan, tú eras un angelito. Un santo.