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24 de Desembre de 2008

En su mensaje de navidad, Juan Carlos I se ha referido al Estado español como la "gran nación", dentro de un marco de elogios a la Constitución. Todo el mensaje destila un insoportable tufo franquista.

Sus alusiones al carácter plurinacional del Estado las resuelve en la consabida "diversidad territorial" de la que hablaba el franquismo con aquello del "crisol de lenguas". En este contexto, la pluralidad cultural del Estado queda en lo de "nuestra cultura rica y diversa".

En cuanto al plurilingüismo del Estado, ni una sola referencia. Nada. A la lengua española, sí, claro. El jefe del Estado, en una lista de las cosas en que, a su juicio, hay que tener "confianza", se refiere al "creciente peso del español en el mundo como segunda lengua de comunicación internacional".

Pero, después de todo, este tono no ya neofranquista, sino franquista, no debería sorprender a nadie. Porque uno de los aspectos fundamentales de esa transición española a la democracia, tan elogiada, fue la designación -a dedo, naturalmente- por el dictador Franco de su sucesor en la jefatura del Estado.

En estas condiciones, ¿qué se puede esperar? Pues se puede esperar esto, lo que hay. Los encendidos elogios a la Constitución entran también en el mismo esquema, es decir, en el ambiente de opresión que explica un texto pactado entre presiones, miedos, ruidos de sables y uniformes por todas partes.

Este texto constitucional, tan elogiado como la transición, consagra la vigilancia de las fuerzas armadas sobre cualquier intento de desarrollo de las nacionalidades que forman el Estado, unas nacionalidades que permanecen unidas, básicamente, por la cobertura legal de esa Constitución y la cobertura real de las fuerzas armadas.

De todas formas, esta Constitución,  que no sirve para el desarrollo de las naciones que forman el Estado, sí sirve para perpetrar agresiones a los derechos civiles en el País Vasco, para promulgar aberraciones jurídicas como la ley de partidos y para mantener a los ciudadanos vascos bajo un estado de excepción, algo, por lo demás, muy habitual en el franquismo.

No es casualidad que el jefe del Estado, que llegó al cargo designado por Franco, defienda con tanto ardor una Constitución que fue propiciada por la presión de los franquistas. Es perfectamente lógico, tiene sentido.

Por lo demás, la "gran nación" será la "gran nación" de la familia Borbón. Entre otras cosas, porque sólo existe en la imaginación de algunos. La "gran nación" es una entelequia engendrada por militares y monárquicos. Entre otros.

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Pero, después de todo, este tono no ya neofranquis (SILS) 27-12-2008 - 10:00
Pero, después de todo, este tono no ya neofranquista, sino franquista, no debería sorprender a nadie. Porque uno de los aspectos fundamentales de esa transición española a la democracia, tan elogiada, fue la designación -a dedo, naturalmente- por el dictador Franco de su sucesor en la jefatura del Estado.
Ramon (Barcelona) 26-12-2008 - 11:19
Ferran, permetre la critica des de tribunes amb poca audiencia es una de les tecniques de legitimacio de les pseudodemocracies d'avui dia. No cal censura, el ninguneo funciona millor i queda com mes democratic i plural.
Pau (bcn) 26-12-2008 - 09:14
jajajajajaja manda webs... la gran nacion es catalunya hombre, que lo es porque en el prologo de su estatuto dice que los gobernantes han votado mayoritariamente que lo es, sin indicar si estaban borrachos o no... Eso si es una nacion y lo demas tonterias
Ferran (figueres) 26-12-2008 - 00:32
La agresión a los derechos civiles de los vascos es que una panda de partidarios de desarrollar la nacionalidad pega tiros en la nuca y extorsiona a la gente que no piensa como ellos. Y esta constitucion denostada le permite a usted ponerla a parir.
Pepo (BCN) 25-12-2008 - 18:53
Com sempre, senyor Galeote, un anàlisi magnífic. Bon Nadal.
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